sábado, 3 de mayo de 2014

Una descripción poco afortunada de Iturbide en el "México a través de los siglos".

   Comentábamos que de Iturbide hay muchos datos, datos que el mismo anotó en su Diario Militar, y que aparecen, además en las distintas Gacetas del Gobierno. Comentábamos también de la destitución de que fue objeto y de cómo él anota en su Manifiesto que lo hizo por regresar a su vida cotidiana en el campo, no el de batalla sino el de la siembra en sus propiedades. Leyendo a Rojas Garcidueñas, el menciona los sucesos por los cuales es destituido y hace referencia al doctor Labarrieta, el cual "envió informes con cargos muy graves, en 1815, de tal modo que en México se inició una causa judicial a Iturbide, la que luego Calleja hizo dejar en suspenso, pero afortunadamente no regresó a Guanajuato". (1)

  El cura, Dr. D. Antonio Labarrieta era bien conocido en Guanajuato pues llevaba varios años ejerciendo su oficio en la población, de él sabemos que fue quien encabezó la ceremonia de la jura de Nuestra Señora de Guanajuato como patrona del Ejército Realista el 24 de noviembre de 1811; con ello nos damos cuenta de que él, si tenía alguna preferencia, seguramente su inclinación era hacia los realistas.

  El cura Labarrieta era bien conocido en la ciudad de México, pues anteriormente Calleja, cuando era Capitán del Ejéricto, recibió los informes que él le enviaba en relación a los ataques de Albino García a Guanajuato, a tan solo cuatro días después de la Jura, El informe lo puedes leer aquí. Pocos meses más adelante Calleja sería nombrado virrey, y calleja mantendría -seguramente- esa, digamos, amistad con Labarrieta.

   Es Julio Zárate el comisionado por Riva Palacio para escribir el tercer tomo de la monumental obra México a través de los siglos, de ella transcribimos íntegras dos páginas en donde se habla de Iturbide, con ella nos daremos una idea de su actuar y cómo esa ambición se refleja claramente en un pasaje no muy conocido de la Historia de Salamanca.

   "Tan ávido de riqueza como sanguinario, el activo coronel realista, venía ejerciendo, desde que su mérito militar lo elevó a mandos superiores, un comercio abusivo. hacía llevar a Guanajuato cargamentos de azogue y de otros efectos necesarios para las minas; los cuales vendía a precios exorbitantes, pudiendo retardar, según le convenía, la llegada de los convoyes, perjudicando así en provecho propio a la minería y al comercio. Su mando militar en Guanajuato le facilitó más y más el ejercicio de una especulación que no tardó en ser descubierta por aquellos que sufrían sus desastrosas consecuencias. Además, estableció el monopolio de granos, situando agentes suyos en todas las poblaciones del Bajío que compraban a vil precio los acopios de las haciendas circunvecinas, a cuyos dueños obligaba a vender a pretexto de evitar que se hiciesen dueños de ellos los independientes; y luego, los granos así adquiridos eran vueltos a vender por su agente a un precio cuatro veces mayor. Crecieron a tal grado sus abusos en esta materia, que algunas casas de comercio en Querétaro y las principales en Guanajuato se quejaron al virrey y le pidieron que Iturbide fuese removido del mando de las provincias que explotaba con tan desenfrenada codicia.

   "Esta acusación llegó a México en marzo (1816), y Calleja, en vista de que los cargos que se hacían a uno de sus jefes más estimados se vio forzado a suspenderlo del mando que ejercía y a prevenirle que se presentase en la capital para depurar su conducta. El virrey cuya reputación no era inmaculada en materia de intereses, estaba resuelto a sostener a Iturbide, de cuyos servicios en la orden militar se hallaba satisfecho, y lejos de apresurarse a esclarecer los hechos de que a éste se acusaba anduvo remiso y lento en los procedimientos subsecuentes. hasta el 24 de junio, tres meses después de haber llegado a sus manos la queja, pidió informe a las principales corporaciones y personas notables de Guanajuato y Querétaro sobre la conducta política, civil, militar y cristiana del acusado. No ignoraron mucho tiempo aquellos a quienes se pidió el informe la decisión de calleja por salvar a Itrubide, y unos por cobarde de complacencia, y otros por temerosos de la venganza que éste individualmente ejercería al ser repuesto en sus mandos militar y político, declararon falsamente en su favor y omitieron todo lo que pudiera ofenderle atreviéndose los más resueltos a informar en términos ambiguos.


  "Sin embargo, el cura de Guanajuato Labarrieta, solo entre todos, tuvo el valor de decir la verdad y no obstante ser compatriota y antiguo amigo de Iturbide, instruyó exactamente al virrey de todo lo que pasaba. Después de elogiar su conducta privada en su juventud y su decisión y valor en la campaña desde el principio de la revolución, refería todos los medios adoptados por Iturbide para hacerse de dinero, y los excesos a que le empujaba su codicia, así como los actos injustos a que era arrastrado por motivo de agravios personales. Ponía la sinceridad de los sentimientos cristianos de aquel jefe, no obstante las prácticas exteriores de oír misa y rezar el rosario en alta voz par que los soldados lo oyesen, y terminaba asegurando que con tales manejos, Iturbide había hecho más insurgentes que los por él destruidos en los campos de batalla; que sólo sus criaturas lo soportaban, pero que todos los habitantes de la provincia lo detestaban, y a tal grado, que pensaron en mandar celebrar una misa de gracias cuando supieron que fue removido del mando

   "Omitió Labarrieta en su informe todos los hechos atroces cometidos por Iturbide contra los insurgentes, quizá porque creyó, y justamente, que no podían aparecer responsables a los ojos de Calleja, como lo asienta juiciosamente Alamán, y quizá también por la notoriedad de aquellas execrables y repetidas matanzas ordenadas por el coronel realista, y que tan lúgubre celebridad dieron a su nombre en el ámbito de Nueva España". (2)

   Con los datos que Julio Zárate nos acaba de dar, aunados a los que ya habíamos comentado en torno a la figura del "compadre incómodo" que era Manuel de Iruela Zamora, el "Zamorita" compadre de Agustín de Iturbide y quien, entre otras lindeces, había dejado cuentas pendientes de pagar durante su estancia en Xalapa, Veracruz; (3) bien nos podemos hacer la idea de cuál era el verdadero interés de mantenerlo al frente del poder político y militar en Salamanca. Agreguemos  los nombres de Plácido Sodevilla, Pedro Delgado, del teniente coronel Pablo Gallardo y del misterioso capitán Rivero. Todos ellos ocuparon el cargo, al menos por un año, como alcalde ordinario en la villa de Salamanca; excepción hecha con el capitán Rivero del que, definitivamente, debemos seguir sus pasos.

   Para entender mejor esta historia debemos comenzar a mediados del siglo XVIII, cuando un capitán, originario de la villa de Lagos, avecindado en Guanajuato, decide invertir gran parte de su fortuna en Salamanca, compra ocho haciendas, un rancho y once casas, se vuelve, además, alcalde ordinario durante el año de 1781. El capitan Juan Antonio Santana era propietario del 15% de la mina de la Valenciana, no era él el único minero de Guanajuato con propiedades en esta región del Bajío, Diego de Rul, Alonso Marañón, y, más adelante Pedro Belausarán también las tendría.

   El punto interesante se vuelve al ver que, a la muerte del capitán Santana, sus propiedades son anunciadas en una testamentaria, era 1795, no sabemos quien se hizo propietario de ellas, uno de sus hijos, más bien nietos, aparece registrado como alcalde ordinario de la villa en 1824. Es en este pasaje oscuro de la vida de Iturbide en donde veo una relación. Las producciones de maíz y trigo en la jurisdicción de Salamanca eran de las grandes del Bajío, quien encabezaba la lista de productores, en el último cuarto del sigo XVIII es precisamente Juan Antonio Santana. Y lo más curioso es que, para 1818, cuando el "Ylustre Ayuntamiento" de la villa instruye la comandante general, coronel D. Antonio Linares, a levantar un registro de las propiedades rurales baldías o "en giro" de la jurisdicción, el resultado es que todas aquellas que eran propiedad del capitán Santana, ahora lo eran del capitán Rivero; personaje a quien lo catalogo de "misterioso" por no contar con mayor dato fuera del que arroja registro elaborado por el coronel Linares. (4)

   En esta toma aérea de Salamanca, hecha en 1950, cuando RIAMA estaba en construcción, eran 20,586 los habitantes de la ciudad y esta era la dimensión urbana. Durante la época de la guerra de la Independencia la villa de Salamanca contaba entre 6 y 9 mil habitantes, podemos imaginar su dimensión física y ubicar las zanjas o parapetos que Iturbide pretendía construir para fortificarla. Será muy interesante ir descifrando todos los enigmas que hay en torno a las trinquiñuelas, por no decir las tranzas, que Iturbide tenía organizadas en la villa. A los nombres arriba anotados agrego el de otro militar, el coronel Joaquín de los Ríos, que aparece como propietario en 1818 de las haciendas de La Charca, El Zapote, Cerro Gordo y Sotelillo.

  A este punto solo puedo agregar que espero lograr el apoyo suficiente (el moral ya lo tengo) para seguir investigando más de este punto que, sin lugar a dudas es importantísimo en la Historia de Salamanca.


Fuentes:

1.- Rojas Garcidueñas, José. Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense. Editorial Porrúa. México, 1982. p.84

2.- Zárate, Julio. México a través de los siglos. Tomo III. pp.507-508

3.- "Don Juan (Bautista) Soler, socio de la compañía de interés titulada Félix Soler Oriach y Compañía, ubicada en esta villa presentó ante el escribano una libranza donde exige un pago a D. manuel de Yruela Zamora, Capitán del Regimiento de Infantería de Milicias Provinciales de Valladolid. En cuya virtud contestó Yruela que aunque se ha cumplido el término de la libranza que tiene aceptada no puede de pronto hacer el pago por hallarse como transeúnte, por esta causa no tiene consigo el valor en efectivo; pero que sí lo pagará remitiendo a su casa ubicada en el Real de Angangueo, donde tiene su residencia o permitiéndole el tiempo necesario para que desde allí pueda hacerle llegar el importe, ya que no se le anticipó el aviso acostumbrado, de cuya exposición pidió el enunciado Soler libre testimonio". Acta 1-1806-19220. No.70, Folio 91-92, 14 de Marzo de 1806, Xalapa.

4.- Archivo Histórico Municipal de Salamanca. Gobierno. Censo y Padrones, Caja 84. 1818-1895.

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