sábado, 25 de mayo de 2013

El río Lerma se muere: ¿Qué tan alarmante es la desertificación del Bajío?

    Los calores que estamos padeciendo desde hace algunas semanas en el Bajío son totalmente atípicos. Estamos inmersos, eso lo sabemos ya, en el Calentamiento Global, cosa que -creo- nunca imaginamos llegaría a ese nivel. Lo malo es que esto que ahora padecemos es apenas el principio de lo que será una catástrofe pues, el elemento principal, el que regula la temperatura y mantiene la vida es cada vez más escaso. El agua. Esta imagen que ves, por increíble que te parezca es el Río Lerma, a su paso por Salamanca, junto a la que fuera una próspera hacienda: San Rafael de Uruétaro.

    Recuerdo haber leído algunas memorias que hay sobre la vida cotidiana de Salamanca a finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Mencionaban allí de los paseos dominicales por el río Lerma. De la pesca de Bagre que había en el río, de las muchas flores que crecían en el bordo y de tantas cosas más que, al final nos ddaban ideas de que eran paisajes idílicos los que allí se observaban, aire puro el que allí se respiraba y un agua tan limpia que se podía ver, en ocasiones el fondo y era cosa común bañarse en el río. Todo eso quedó ya en el pasado...

    En los últimos años, digamos que en las últimas tres décadas, oímos de la capa de ozono, pensamos que eso sería problema de Argentina y de Chile, oímos muchas historias de como la industria cercana a Toluca, la de Querétaro y del Bajío en general, vertían sus aguas contaminadas al río Lerma. No se hizo mucho, mejor dicho, no se hizo nada. Se habló del crecimiento hacia el sur del desierto. Ahora ya lo tenemos con nosotros.

   Las fotografías que ahora ves las tomé en los últimos días de enero de este 2013, a tan solo 10 kilómetros al sur de Salamanca, en una comunidad llamada Uruétaro. El nivel del río Lerma era de pocos centímetros, tan pocos que en algunos puntos el agua estaba estancada y en otros era apenas un hilo de agua el que corría. De esos días a la fecha no ha llovido, dudo que el nivel del río haya subido. Aunque hace dos o tres semanas notamos un crecimiento, esto debido a que de la presa de Solís dejaron salir agua para las siembras de la temporada de verano.

    El río Lerma lo comenzamos a masacrar a medida de que la industria fue prosperando en los estados por donde pasa: el de México, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Jalisco. El nivel de contaminación es elevado y, a eso aunemos que el flujo de agua es cada vez menor, en una palabra, el río Lerma está muriendo.

    Sus afluentes están en las mismas condiciones. El río de La Laja está a punto de desaparecer, el Temascatío presenta unos niveles de contaminación que rebasan lo alarmante. El Turbio escasamente lleva agua. El Guanajuato al parecer ya no existe. El Tigre está a punto de desaparecer también y el problema mayor es que difícilmente caerán lluvias suficientes para que vuelvan a formarse del modo en que estuvieron hasta mediados del siglo XX. La generación actual está heredando un río a punto de morir. No sé si la generación siguiente logrará rescatarlo. Las fotografías nos dicen el tamaño del problema.





 Este es el río Lerma a su paso por Uruétaro, municipio de Salamanca, Guanajuato.











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