martes, 6 de marzo de 2012

Algunos puntos y objetos monumentales antiguos del estado de Guanajuato. (Varios desconocidos)

En la fotografía bastante borrosa que vemos, la cual la tomé de una copia fotostática no muy clara en donde puede leer, finalmente, luego de buscarla por varios sitios, la ponencia que don Pedro González presentó, representando al Estado de Guanajuato, durante el XI Congreso de Americanistas, celebrado en octubre de 1895 en la ciudad de México. En la fotografía aparece la cueva del Fuerte de los Remedios, y se anota que fue "antigua habitación de Coachachiles. Sobre ella, al lado N. del baluarte del Tepeyac, están dos hermosas pirámides". Debido a que este año de 2012 estaremos conmemorando el Centenario del fallecimiento de Pedro González, eminente geógrafo, historiador, político, etnólogo y bibliotecario, nacido en Salamanca, y que, dado su nivel de conocimientos fue elegido, junto con don Ramón Alcázar, para representar al Estado de Guanajuato durante el mencionado Congreso. Dada la importancia que el documento tiene, me perimito transcribirlo íntegro, respetando la ortografía original. No incluyo todas las fotografías dado que su claridad no es del todo buena y al digitalizarlasse pierde aun más la poca nitidez de las imágnes. En la siguiente fotografía lo que apreciamos es el "Establecimiento balneario de San Bartolo, fundación espléndida de la india Doña Beatriz de Tapia, en el sglo XVI".


"La tradición señala al Distrito del Valle de Santiago, perteneciente al Estado de Guanajuato, como lugar prehistóricamente conocido por de las siete luminarias, aludiendo á los siete cráteres volcánicos apagados que en él existen, que son muy útiles é importantes monumentos geológicos someramente estudiados, casi desconocidos y apénas oidos nombrar por los habitantes de la República.

Se les llama en el castellano que hablamos en México las jollas, para dar á entender que son profundas horquedades en montañas que aparecen conos truncados, con paredes interiores verticales como cortadas á pico en las rocas, con figura de tazas de diámetros que alcanzan desde 500 metros la más chica a 1,200 la mayor, algunas inaccesibles y otras con derrumbamientos difíciles de escalar.

El más notable de estos cráteres, la Alberca de la población situado a dos kilómetros de ella hácia el Poniente, tienen todo el fondo ocupado por agua salobre; los grandes riscos que le hacen márgen dejan ver muchas capas de lava roja y negra, á las que se les dá el nombre de tetzontli, de tetzontlalia, piedra muy liviana propia para la construcción, y sobre la cima de la montaña, formando el reborde, hay arena negra, restos de materiales derretidas que bajaban desbordádose por todos lados, en el tiempo ignívomo de los volcanes.

De los demás cráteres que, como la Alberca tiénen agua en el fondo, son los de Parangueo y de Zíntora, éste de una agua espesa y negra, perfectamente saturada de sales de sosa, y de potasa, cuyas sales se explotan abundantemente con aprecio.

Las llamadas jollas del Rincón, la Blanca, de Estrada y de Solís, tienen adentro plazuelas de buena tierra vegetal, acumulada por el transcurso de los siglos y vuelta laborable á fuerza del arte y del trabajo.

Los siete volcanes extinguidos de que hablamos, con más dos hundimientos que se ven en los cerros de la Batea y de la Magdalena, son vecinos unos de otros dentro de una zona de 20 kilómetros al S. O. del Valle, y solo uno tiene en el centro una prominencia pequeña, probablemente último avejigamiento que quedó después de las erupciones.

Entre esta parte de volcanes, mediando el lago artificial de Yuririapúndaro, está otro cráter por el que la población lleva ese nombre, que en el tarasco significa lago de sangre, porque á él se arrojaban los cadáveres de las víctimas que hacían los españoles conquistadores. Este volcán tiene también agua salada, siendo su corte perfectamente igual á los demás descritos.

Los grandes llanos de Pantoja, Valle de Satiago, Moroleón, Salvatierra y Apaseo, que hasta Pénjamo y León tienen el nombre de El Bajío, que fueron planicies sedimentarias de formación cuaternaria, han dado variados ejemplares fósiles de grandes cuadrúpedos, muy especialmente en Uriangato, León, Arroyofeo y la Calera, demostrándose así que la vida se extinguió en un tiempo que la ciencia tiene ya reconocido.

Mas así como en ese tiempo existían en el territorio guanajuatense los referidos animales y algunas especies de bueyes y de caballos, el encuentro de restos humanos en el mismo terreno y otros en roca, indudablemente de formación anterior los últimos, ¿significa que existió en nuestro Estado el hombre prehistórico, y que en el supuesto de que se conserva la tradición de las siete luminarias, pudieron ser observadas por él y pudo igualmente trasmitir sus observaciones á la posteridad?

Existe grabado sobre roca un cataclismo que debió impresionar á aquellos primitivos habitantes, pareciendo ser una señal inequívoca de un período de la vida de entónces y de una civilización naciente quizá, pero que dista mucho de la barbarie que se atribuye á sus autores los otomíes.

En las enormes peñas que hace la base de la Sierra del Cubo, 12 kilómetros al Oriente de la Ciudad González y 1 á la espalda de la hacienda que se llama también del Cubo, está el lugar conocido por la Cueva de los Indios, que consiste en una pequeña gruta artificial de 2 metros por 4 de luz y 3 de profundidad, y fuera de ella un lienzo pulido de 15 metros de largo por 2 de altura que empieza en la ruta; que se alarga hácia el Poniente y que sigue al pié de las expresadas peñas. Tiene la pared derecha de la Cueva, á igual altura desde el piso, algunos agujeros perfectamente orbiculares, en figura de pequeñas piletas, con señales de haber servido para guardar provisiones, manifestándose abajo de ellas que allí estuvo establecida la hoguera, por verse marcado su sitio con humo. En seguida de las piletas, desde el fondo, por la pared izquierda, siguiendo el lienzo unido á dicha pared, está grabado con dibujos muy primitivos lo que nos parece algún cataclismo, pues está pintada una conflagración ascendente de multitud de proyectiles que llevan desde una hasta cuatro caudas en estado de incandescencia, viéndose entre los proyectiles y caudas, lo mismo que en la superficie baja del suelo, figuras de esqueletos humanos, de aves y de cuadrúpedos, entre otras líneas informes ó desconocidas. Una flecha sobre el dibujo del lienzo, con la punta hácia arriba, completa la indicación del grabado cuyas huellas están pintadas de un rojo peculiar.

¿Es esto alguna constancia geográfica de un periodo de la historia americana? ¿Podría formarse un cálculo coronológico de la misma historia, teniendo por fundamento los fenómenos volcánicos del Valle de Santiago con el dibujo de la sierra del Cubo, que nos parece que es una gráfica demostración?

Caverna artificial y habitada fué la que acabamos de describir, y cavernas artificiales que fueron habitadas y que lo son todavía, en especial las que hay en las márgenes montañosas del Rio de la Laja, en los Distritos de Dolores Hidalgo, San Miguel de Allende y Chamacuero, son otros ejemplares que proponemos para ayudar á resolver si son ó no anteriores las habitaciones en las grutas á las dos grandes construcciones de la piedra.

Nos parece que se marca claramente el adelanto sucesivo en la obras arqueológicas, aunque existen algunas cavernas hechas por causas de guerras, como la de la Barranca del Fresno, situada entre las sierras de los Remedios y de Atotonilquillo, que pertenecen respectivamente á los Distritos de Pénjamo y de San Pedro Piedragorda, y la fortificación levantada á su frente por los Quachichiquilli, facción de los otomiés, á quienes los mexicanos llamaron así, indicando que traían en la cabeza un plumero colorado.

Esta gruta y la fotaleza perfectamente conservadas, tienen, la primera 30 metros de fondo, 3 de alto y 5 de ancho, con el cañón abierto en línea longitudinal respecto de la boca, y la segunda, constuida sobre las crestas fronteras á la gruta, en la esquina que hacen dos barrancas, tiene dos lados accesibles por la cima de la montaña, que están cubiertos por una muralla de piedra, figurando una escuadra con los extremos basta los voladeros sobre los torrentes. Toda la muralla tiene 6 metros de base por 3 de altura; en general, de piedra grande acuñada con chica, siendo el ala del Oriente de 40 metros y la del Norte de 70.

Se observa de una manera general en nuestro Estado que las capas terrestres ulteriores no existen monumentos indígenas llamados yácatas, cuisillos, mounds ó pirámides, sino solamente en las lomas, cuestas y picachos que hacen márgen á las planicies y sobre las montañas, pero no más en las vertientes de éstas ó cerca de los aguajes. En los corazones de las sierras del Cubo, Comanja, Ibarra, el Fraile, el Pájaro, Guanajuato, Codornices, Agustinos, San Gregorio, Sierragorda, Palenque, los Remedios y Atotonilquillo no se les encuentra; siendo incontables las que hay por todos lados en las vertientes de dichas sierras.

Las pirámides más notables de Guanajuato hasta hoy desconocidas, están a 5 kilómetros al Sur del Pueblo de San Bartolo, distante de la Villa de Apaseo 2o kilómetros al E.S.E, y á igual distancia, pero con opuesto rumbo, de la ciudad de Querétaro. Llevan el nombre de Tzethé (agua fría) por un manantial que tiene cercano, conociéndoseles también en San Bartolo por los Cerritos.

Siete pirámides levantadas dentro de un pequeño perímetro marcan al parecer las épocas en que se formaron. Tres hacen el grupo principal: la mayor al Oriente y dos, un poco más chicas, á los lados del Norte y Sur, dejando en el centro una plaza abierta que mira hácia el Poniente, detrás de una finca de campo arruinada, por donde pasa la carretara de Querétaro se dirije á Apaseo el Alto ó San Andrés del Paso, nombres de este pueblo.

Esta pirámide tiene en la cima escorias de fundición, seguramente restos de cobre con que se hicieron hachas que tanto abundaron como armas más ventajosas que las de pedernal.

La pirámide principal del prmer grupo ó sea la que está en el Oriente, parece semejante en la estructura de las escalinatas que cubren los frentes hasta el vértice, á la central del Castillo de Chichén Itzá ó á las de la de Aké; porque están formadas con piedras lajas sin pulimento. El lado que dá frente á la plaza acaba de ser destruido de una manera torpe y desconsiderada. Habiéndose notado que se podía practicar un agujero y que dentro había una gran galería, penetraron á ella, derrumbando piedras, y extrajeron los objetos preciosísimos que encontraron, para romperlos también; y viendo que había cinco enormes palos de sabino bien colocados como cimbrando la techumbre de la galaería, los quitaron y tiraron la bóveda, hasta dejar aquel lugar notabilísimo lleno de piedra que derrumbaron de la cima. de donde sacaron un esqueleto humano. Ahora se vé la galería con sus paredes a plomo, bien enjarradas, dando la figura de una T, de cuyo recinto sacaron una águila adornada con collares de caracoles marinos. cubierta con vestiduras de algodón: muchas cuchillas de ixtli y lanzas de las formas conocidas; treinta esteras (petates), primorosamente tejidas de carrizos adelgazados hasta la flexibilidad, y varios bastones de madera de encino, de ochenta centímetos de largo, que en uno de los extremos tenían una cintura donde había amarradas motas de pita embreada, con señales de haber servido de antorchas, las que se renovaban sumergiéndolas en resina bien fundida. Es casi probable que los demás lados de la pirámide tengan galerías semejantes y que las otras las tengan también; pero si la desgracia hace que la curiosidad de la gente ignorante se apodere de ellas, como sucedió, se perderán sin duda esos monumentos dignos de otra suerte.

Perfectamente orientadas las yácatas de Tzcthé, quizá de su estudio aprezca que las líneas aristas, volúmenes y altura, tengan relaciones científicas interesantes, porque la altura de la mayor que es de 40 metros por 120 de base, y de las laterales de 30 metros por 80, bien rectificados, y observado el conjunto con los aparatos indispensables, algo útil debe resultar.

Decíamos que haciendo un estudio comparativo de las yácatas del Estado, tal vez se llegarían á fijar las épocas de las construcciones; pues mientras unas están ya totalmente cubiertas por tierra vegetal provenida de las plantas grandes y chicas que las ocultan otras, desprovistas de toda cubierta, parece que son de posterior formación, de donde se han extraído objetos sepultados en el tiempo de la conquista, como una armadura completa de soldado español que encontró el Señor Doctor Don Miguel Díaz Infante; una cuchara asida a una cadena que remata con un ginete español, todo de madera, hecha de una sola pieza que extrajo el Señor Ramón Alcázar de su hacienda de Chichimequillas y un muñeco de barro que tiene una corneta en actitud de tocarla, perteneciente al Sr. Don Tomás Padilla.

Todos los monumentos de nuestros indios son de igual estructura, con raras excepciones, hechos para sepultar los restos de personas distinguidas; y para perpetuar sus proezas, se valían de esculturas de piedra ó de barro, de metal y de varias materias, en figuras que dan derecho á considerarlas como signos ideográficos interpretables. Idolos y sacerdotes en que se hallan piezas muy importantes de la teogonía otomí, en principio semejantes á la nahoa y michoacana, pero distintas en atributos; armas de piedra y de cobre; lanzas; herramientas distintas, algunas en extremo curiosas; dijes, espejos, pendientes y objetos de adorno personal, admirablemente trabajados; vasijas de uso doméstico con pinturas de ornamentación muy delicada; piezas de ropa y ornamentos sacerdotales riquísimos; figuras que demuestran las cualidades ó las ocupaciones de algún cacique; epitafios, y las condiciones topográficas del lugar del monumento.

Practicando un corte vertical á cualquiera de las yácatas de Guanajuato, se encuentra en el centro un muro circular ó cuadrado formando un cubo, al cual guarda restos humanos y objetos de los antedichos, estando llenos los huecos con tierra y piedras, y cubierto todo con una bóveda de argamasa. Sobre esos que llamaremos el núcleo de la pirámide, dejando un claro de un metro, siguen construcciones iguales de creciente tamaño, simétricas y concéntricas, hasta dejar el monumento tan grande y tan rico de depósitos de restos humanos y de artefactos, que bien puede decirse que allí se han guardado generaciones enteras; y cuando se decidía la terminación de la obra, se le cubría de piedra cuyo tamaño nunca pasa de la que tiene el peso que un hombre puede sobrellevar.

El arte ornamental de nuestros indios tan adelantado y admirable, está patente en los grandes sillares de piedra, principalmente labrados para los templos, como un pilar encontrado en la hacienda de Pantoja, seguramente de algún edificio que yace sepultado. Este arte fue el elemento de que los españoles dispusieron para aprovechar las grandes aptitudes de aquellos habitantes tan hábiles imitadores, y de sus ejecuciones salieron lindísimos edificios al estilo de Churriguera en maravillosas obras de cantería y de madera, haciendo altos y bajos relieves de una finura inimitable.

Son las piedras de Guanaxhuato peñascos muy grandes: sobresalientes en la parte posterior del Cerro del Meco, que, vistas por cierta parte del camino que conduce al socavón, afectan las figuras de dos ranas a medio salir de la tierra. Estas peñas dieron orígen al nombre de Guanajuato; se les dio culto como námen protector de la población, y se les da todavía, pretextando reverenciar al nombre de la Cruz, en Mayo de cada año, por medio de danzas que se ejecutan en el terraplén de los terrenos por los indios del contorno, que, siempre patriotas, saben perpetuar sus ritos, sus costumbres y sus glorias.

Guanaxhuato, palabra que en tarasco significa el cerro de las ranas ha sido traducida de distintos modos por personas muy respetables. Unos creen que Guanajuato proviene de Cuenehuato, muchos cerros, y otros ven en Guana la raíz perteneciente á idioma sur-americano, que sola ó en composición, indica al lugar que tiene rio, lago ó el agua cercana. Quizá la radical Guana que se vé en muchos nombres de lugar en la Isla de Cuba, en Nicaragua, en Brasil y otras naciones, provenga de los Guanahuacabibes, tribu habitante de los pantanos en Cuba; de Guanas, tribu de Matto Grosso; de Guanartemí, nombre de los primitivos habitantes de la Gran Canaria, de donde se dice que proceden algunos dialectos de las Repúblicas del Sur ó sea un tropo parecido á Theos y Canard que significan los mismo que Teotl y Canahutli, y que sin embargo, no pueden igualarse en el orígen.

Cuestión es esta en que siguiendo las palabras del sabio Barón Alejandro de Humboldt, "preciso es confesar que los nombres geográficos son sumamente vagos, especialmente cuando el lugar ha sido habitado en diferentes épocas;" pero aceptando al mismo tiempo otro dictámen del sapientísimo autor, decimos con él, que "las lenguas, creaciones intelectuales de la humanidad tan intimamente ligadas á los primeros desarrollos del espíritu, son de gran importancia por el sello nacional que llevan en sí mismas para enseñarnos á conocer la semejanza ó la diferencia de las razas: importancia que deben principalmente á que la comunidad de su orígen es un hilo conductor que nos permite penetrar en el misterioso laberinto en que la unión de las disposiciones físicas del cuerpo con las facultades de la inteligencia, se manifiesta de distintas formas."

Debemos al muy ilustrado y patriota Señor Gobernador de Guanajuato la colección de fotografías tomadas exprofeso para la formación del catálogo, y á nuestro compañero de representación, el Señor D. Ramón Alcázar, el conocimiento de su rico é importante museo al que pertenecen muchos objetos escogios para las ilustraciones.

Ojalá que éstas sean, con la elocuencia que expresan las obras originales, las que sustituyan á nuestra deficiente explicación, y que, considerándoseles así, aparezcan dignas de los muy honorables y distinguidos miembros del XI Congreso Internacional de Americanistas y de su Junta Mexicana organizadora, para mayor lustre de la historia del Continente Americano y brillo de la particular de nuestra Patria. (1)

Fuente:

1.- González, Pedro. Algunos puntos y objetos monumentales antiguos del Estado de Guanajuato (varios desconocidos), presentados al XI Congreso de Americanistas. Imprenta del Estado a cargo de Justo Palencia. Guanajuato, 1895.

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