martes, 26 de julio de 2011

Santiago el Mayor, Boanerges, el Hijo del Trueno.

Cuando recorremos el centro del Bajío es fácil encontrar esos "Santiaguitos" peregrinos que en andas llevan sus fieles que recorren ranchos y colonias pidiendo una limosna para levantarle a Señor Santiago, Santiaguito, como ellos dicen, su altar y pedir todo tipo de bendiciones. Es común también ver la gran devoción que hay hacia San Isidro Labrador y tanto el 15 de mayo, día del labrador como el 25 de julio, día del "hijo del trueno" son fechas que siguen siendo aun muy sentidas en las comunidades rurales, no solo del Bajío sino de todo el centro de México, ni que decir del Estado de México en donde es aun mayor su presencia.


Sabemos muy bien que durante la evangelización, los franciscanos primero, luego los dominicos y los agustinos buscaron la manera de acercar lo más posible la fe Cristiana a los neófitos, y una de las soluciones que encontraron fue la de retomar las antiguas festividades del México prehispánico para revestirlas de catolicismo, el resultado fue un sincretismo que cada vez se nos presenta más claramente a medida que vamos profundizando en este tema y encontramos cual fue el origen de lo que hoy día tenemos y festejamos.


Sobre El Señor del Hospital hemos hablado ya mucho, solo cabe recordar que en los primeros años de la evangelización se tomó la figura de Tezcatlipoca para sircretizarla con la de Cristo, de allí que se difundiera tan fácilmente el culto a los Cristos de color negro. Ahora estamos ante la respuesta del por qué Santiago Apóstol, Senior Santiago como en el Valle de Santiago se le dice, fue tan difundido su culto entre los primeros pueblos fundados en la Nueva España.


Sabemos muy bien del culto que había a Tláloc y a Chalchiuhtlicue, el señor y la señora de la lluvia, por ende, al trueno y a todo aquello que se integre a la idea del llover. Al asimiliar la idea de la lluvia, y más específicamente, del trueno entre los catecúmenos fue fácil la aceptación de tener a Santiago Apóstol, ese que Lucas en su Evangelio (9.51) denominara Boanerges, que significa "hijo del trueno" como la representación de la lluvia, indispensable para que la siembra y la cosecha se pudiera dar y así seguir con el ciclo de vida.

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