jueves, 9 de diciembre de 2010

El blog del Señor del Hospital saluda y agradece a Cliótropos

Quizá esta escena de la arcada del claustro mayor del Ex convento de San Agustín de Salamanca la hemos visto varias veces en este espacio, en este blog... el día de hoy tienen un fin muy específico el iniciar este artículo con la imágen que es, en buena medida, la carta de presentación que siempre se ha hecho de Salamanca, tan solo recordar que hace unos diez años estuvo por acá precisamente visitando este recinto los reyes de España, creo que con eso está dicho todo, pero la razón por la cual inicio así es porque quiero manifestar mi agradecimiento al doctor Felipe Castro por los comentarios vertidos acerca de este blog y los otros que escribo.

Cliótropos. Crónicas del amor (y el desamor) de los historiadores por el mundo virtual es un blog que está enfocado a difundir lo que acontece en el ambiente de los profesionales de la historia y el hecho de que hayan dedicado un artículo para dar cuenta de éste blog de El Señor del Hospital me llena de orgullo y me motiva para seguir difundiendo más sobre el acontecer de Salamanca en los pasados años.

Salamanca ha sido siempre importante, para bien y para mal el Camino Real de Tierra Adentro pasaba no muy lejos de aquí, como lo podemos ver en el mapa, en donde la línea puntead indica la parte del recorrido entre Tepeji del Río y Ojuelos, esto lo sabe muy bien Felipe, así que, optaré por manifestarle mi agradecimiento por sus comentarios en este pequeño recorrido virtual que haremos por Salamanca. La Salamanca vista desde la óptica de El Bable.

Que mejor que caminar por sus ruidosas calles, calles que no son precisamente un ejemplo de limpieza, mucho menos de orden; para ir descubriendo esa infinita cantidad de detalles que se van presentando paso a paso, no solo aquí en Salamanca, sino en todo rancho, pueblo y ciudad de nuestro México.... somos afortunados, lo malo es que no queremos ver.

Caminaremos por mis rumbos, los que normalmente paso y repaso, que son los que más me agradan, pero, sobre todo, porque son los que más detalles encierran. El río, el agonizante río Lerma pasa por aquí, yo vivo a unos quinientos metros de distancia de él... paseando por su ribera encontramos estos agaves, con agudas puntas, de inmediato me remite a ese ceremonial en el Calmecac para demostrar la valentía soportando el dolor que causaba esta puya al atravezarse las piernas y partes nobles... pero aquí eso no sucedió, la antigua Xidóo en realidad no tuvo pobalción original, pues fueron otomís los que llevaron a vivir aquí.

Sea de día que de noche, estimado Felipe, hay detalles que brotan, las cosas se ven distintas cuando la luz del sol no está, las casas abandonadas nos muestran colores tristes en sus fachadas de por si ya tristes...

Y aun en la propia plaza principal, en el Jardín, en el Centro, asi como nosotros llamamos a ese espacio hay, además de un desorden impresionante los fines de semana con los ambulantes que montan tianguis que de tianguis solo tiene el nombre pues lo que se vende allí es piratería y porquería china. Como quiera, aún en ese caos, brincan detalles como esta pared, donde suelen pegar anuncios de bailes, entre otras cosas.

Y alejándonos apenas dos calles del mero Centro encontramos ese rostro lacerado, ese montón de casas abandonadas, que para mi son como un imán, pues cada que veo una pared de adobe de inmediato me voy décadas atrás y recuerdo la protección que sentí en entre los muros de la casa donde viví.

Normalmente nadie pone atención a las construcciones abandonadas, y es en ellas, precisamente, que más motivos encuentro para fotografiarlas.

La joya de Salamanca es, indudablemente el Templo de San Agustín, ese del que he comentado hasta el cansancio que no se llamá así, sino Templo de San Juan de Sahagún, pero por costumbre siempre nos referimos a él como San Agustín. Dentro de él, cada metro es interesante, aquí vemos el barandal que rodea al altar mayor y los laterales... dicen que lo hicieron en las Filipinas, por lo tanto llegó en la Nao de China.

Y escondidos están los torreones que limitaban al convento, luego seguía el olivar, que estaba de un lado y del otro del río, en el Molinito, pues había un molino de aceite, seguramente no habrá sido de grandes dimensiones, sino para abastecer solo las necesidades del Convento, de allí que se quedara el nombre de El Molinito.

Y sí, efectivamente, lo has dicho muy bien Felipe, seguiremos blogeando por los caminos de Salamanca y de México. Gracias mil por tus comentarios.
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Sí tú que me lees quieres ver el artículo que me motivó a dedicar este paseo virtual, entra aquí:


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