sábado, 4 de julio de 2009

La Octava del Jueves de Corpus, entrada de los Agricultores

Hacia 1955 Don Agustín Mosqueda es entrevistado por el Lic. José Rojas Garcidueñas. Esta entrevista será vertida tres décadas más tarde en libro “Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense”, de Editorial Porrúa, en donde comenta al respecto del Gremio de Labradores lo siguiente: “ y el jueves de la octava, último día de las fiestas, corre a cuenta de los Labradores, sin duda el que fue el más rico, puesto que la riqueza del Municipio fue principalmente agrícola, pero ya a mediados de este siglo en esto no participaba la población rural, los pequeños propietarios no se unen con los agraristas de los ejidos y hay otras diferencias que disminuyen la importancia del gremio.

Todos estos gremios entran a las 12 del día, hora en que recogen la cera, con música. Es la cera labrada. Cada gremio manda hacer mayor o menor número de velas, siempre varias docenas, que van suntuosas y artísticamente llenas de adornos de su propio material, la cera, las que cada día de la fiesta hace llevar, casi procesionalmente, por las calles y son entregadas en la puerta de la Parroquia para alumbrar las funciones religiosas correspondientes. A la 1pm queman pólvora, tiran cohetes.

A las 8pm vísperas o maitines con más pólvora y al día siguiente salen con la misa solemne con sermón, esto en cuanto a la fiesta religiosa, pero sigue la comida que da el mayordomo que entrega, porque en cada gremio hay un mayordomo y un diputado que son elegidos cada año y, en la tarde, el que recibe da refresco, adornan la mesa con flores de papel que costea el diputado. Antes de la misa hay la alborada a las 5 de la mañana, con repiques, cohetes, la música que pasea por varias calles tocando y tirando cohetes del grupo que va a entrar a las 12 de ese día…”

Fue ahora, en la pasada Octava del Jueves de Corpus, es decir, el 18 de Junio, siguiendo con la tradición, que los ya no denominados como Labradores, sino los Agricultores de Salamanca hicieron la entrega de la cera, no en la habitual procesión sino en camionetas, las de uso cotidiano en la labor del campo, en donde fueron transportadas las ofrendas, las velas, en este caso no labradas, pero igual de impecable manufactura en donde se veía el símbolo del Sagrado Corazón de Jesús, pues al día siguiente sería esta la celebración. Se transportaron también los candeleros, los floreros y una abundante cantidad de gladiolas rojas, las que harían el adorno de los pasillos y altares laterales. En el altar mayor una profusión de gerberas dio una atmósfera colorida y fresca.

En la noche el castillo fue, al igual que durante toda la semana un evento memorable, una vez más se dejó ver el dominio que sobre la pirotecnia tienen los maestros cueteros de Valtierrilla, el cielo de Salamanca se iluminó durante los casi treinta minutos de espectáculo pirotécnico, así, acabalando los 303 años de añeja tradición, los gremios cumplieron su promesa, cumplieron con llevar la ofrenda de cera ante los pies del Cristo Negro del Señor del Hospital, para celebrar hoy y siempre a Jesús Sacramentado. ¡Viva Cristo Rey!















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