sábado, 7 de marzo de 2009

Los Otomíes

Cristo Agonizante en el Ex Convento Franciscano de San Nicolás Tolentino en Actopan, Hidalgo.

Los otomíes fueron cristianizados en los años siguientes a la Conquista de Tenochtitlan. Las primeras tareas de evangelización corrieron a cargo de los franciscanos, concentrados en las provincias de Mandenxhí (Xilotepec) y Mäñhemí (Tula), donde realizaron su labor entre los años de 1530 a 1541. En 1548 la orden de los agustinos aprobó la creación de los conventos de Atocpan e Ixmiquilpan. El convento de Ixmiquilpan destaca porque sus murales (realizados en la segunda mitad del siglo XVI) presentan un tema netamente indígena (el de la guerra sagrada) en un panorama de elementos relacionados con la mitología cristiana. Con la cristianización de los otomíes se inicia también el proceso de adaptación de las formas de organización política europeas, que dieron origen a la organización de las comunidades indígenas en mayordomías, que, en casos como el de los otomíes de Ixtenco (Tlaxcala) constituyen uno de los pocos elementos de identidad étnica que aún conservan. De modo paralelo a este proceso de aculturación, en otras partes del centro de México el franciscano Bernardino de Sahagún hacía indagaciones entre los pueblos nahuas. Los informantes de Sahagún expusieron el modo en que los nahuas veían a los otomíes antes de la llegada de los españoles, de los que dijeron "no carecían de policía, vivían en poblado; tenían su república".

Durante la Colonia, los frailes hicieron una gran labor de investigación sobre las culturas y las lenguas indígenas. Sin embargo, en comparación con el caso de los pueblos de habla náhuatl, los documentos producidos acerca de los otomíes son realmente pocos. Luis de Neve y Molina publicó en 1797 unas “Reglas de orthographia, diccionario, y arte del idioma othomí”, que fueron redescubiertas en 1989. Este documento se suma a otros manuscritos que fueron producidos con antelación en el centro de México. Quizá el más conocido de ellos sea el Códice de Huamantla, que fue realizado en la región de Tlaxcala en el siglo XVI y habla sobre la historia de los otomíes desde la época prehispánica hasta la Conquista. Otros documento de igual importancia es el Códice de Huichapan, procedente del valle del Mezquital y realizado por el otomí Juan de San Francisco a final del siglo XVI.

Las encomiendas, forma en que fue repartida la zona del Bajío a fin de ser evangelizada. Sus fértiles tierras fueron objeto de disputa entre los propios encomenderos.

El arribo de los españoles a Mesoamérica significó el sometimiento de los pueblos indígenas al dominio de los recién llegados. Hacia la década de 1530, todas las comunidades otomíes del Valle del Mezquital y la Barranca de Meztitlán habían sido repartidas en encomiendas. Posteriormente, al modificarse la legislación española, aparecieron las llamadas repúblicas de indios, sistemas de organización política que permitieron cierta autonomía de las comunidades otomíes con respecto a las poblaciones hispano-mestizas. La creación de estas repúblicas de indios, el fortalecimiento de los cabildos indígenas y el reconocimiento de la posesión de las tierras comunales por parte del Estado español fueron elementos que permitieron a los otomíes conservar su lengua y, hasta cierto punto, su cultura indígena. Sin embargo, especialmente en lo que respecta a la posesión de la tierra, las comunidades indígenas padecieron despojos a lo largo de los tres siglos de colonización española.

Virrey Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, V Conde de Monterrey.

Al mismo tiempo que los españoles iban ocupando los antiguos asentamientos otomíes —como es el caso de la actual ciudad de Salamanca (Guanajuato), fundada en el asentamiento otomí de Xidóo ("Lugar de tepetates") en 1603 por decreto de Gaspar de Zúñiga y Acevedo, virrey de Nueva España —, algunas familias otomíes fueron obligadas a acompañar a los españoles en la conquista de los territorios al norte de Mesoamérica, ocupados por los belicosos pueblos aridoamericanos. Fueron colonizadores los otomíes que se asentaron en ciudades como San Miguel el Grande y otras ciudades de El Bajío. De hecho, el proceso de colonización de este territorio fue esencialmente obra de los otomíes, teniendo como punta de lanza el señorío de Xilotepec.

En El Bajío los otomíes sirvieron como puente para la sedentarización y cristianización de los pueblos nómadas, que terminaron siendo asimilados o exterminados por la fuerza. La importancia de El Bajío en la economía de la Nueva España le convirtió en un escenario donde confluyeron posteriormente distintos grupos étnicos, incluidos los migrantes tlaxcaltecas, los purépechas y los españoles, que finalmente terminarían por sobreponerse a todos los grupos indígenas que les apoyaron en la conquista de este territorio que había sido el hábitat de numerosos pueblos clasificados como chichimeca. Sin embargo, hasta el siglo XIX, la población otomí en El Bajío era todavía un componente principal, y algunos de sus descendientes permanecen en municipios como Tierra Blanca, San José Iturbide y San Miguel de Allende.

Para leer en su totalidad las Reglas de Orthographia, Diccionario y Arte del idioma Othomí de Luis de Neve en su versión original de 1797, da clic aquí:
http://www.fondoshistoricos.udg.mx/lenguas_i/registro.php?no_ficha=65

Dada la precisión de datos, este texto fue tomado íntegro de Wikipedia.

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